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Niños y deporte de competición

Publicado el 05 septiembre 2019 por Instituto Médico Arriaza

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La forma física es muy importante para el desarrollo de los niños y niñas: el juego libre, los ejercicios y el deporte organizado proporcionan una manera cómoda y natural para que los niños tengan un estado físico adecuado. No obstante cada vez es más común oír que los niños participan en deportes de competición. Y muchas veces nos plantean la duda: ¿es bueno o no?

Hay entonces que distinguir entre los deportes que exigen un entrenamiento inespecífico en una amplia gama de actividades y aquéllos en que se considera que el entrenamiento para la competición debe comenzar a una edad lo bastante temprana para dominar destrezas complicadas y lograr resultados de alto nivel.

El deporte competitivo de alto nivel en la infancia no sólo tiene límites biológicos de rendimiento, sino que lleva también aparejados riesgos de índole psicológica y de desarrollo social.

El contenido y los métodos del entrenamiento tienen que ser adecuados para los niños, y la diversidad de movimiento y la preparación física general deben tener prioridad sobre la especialización, que viene después. Los ambientes de entrenamiento deben organizarse en consecuencia.

La Federación Internacional de Medicina del Deporte presenta las siguientes recomendaciones:

1. Antes de participar en un programa deportivo de competición, todo participante deberá someterse a una exploración médica meticulosa que, por un lado garantice que sólo se permite el acceso al deporte de competición a los niños sin riesgos de salud y, por tanto, que dé la oportunidad de ofrecer el asesoramiento oportuno con respecto a los diversos deportes posibles y al entrenamiento. Al mismo tiempo, es necesaria una supervisión médica cuidadosa y continua, especialmente para evitar las sesiones por exceso de uso y de crecimiento, que son más frecuentes en los jóvenes.

2. Además de su tarea puramente deportiva, el entrenador tiene una responsabilidad pedagógica hacia el presente y el futuro de los niños confiados a él. Tiene que tener conocimientos de los problemas biológicos, físicos y sociales especiales relacionados con el desarrollo del niño y estar en condiciones de aplicar estos conocimientos en los entrenamientos.

3. El entrenador debe identificar las peculiaridades individuales del niño y sus oportunidades para un posterior desarrollo, y tenerlas presentes como criterios esenciales que rijan la organización de los programas de entrenamiento. La responsabilidad del desarrollo general del niño debe primar sobre las exigencias del entrenamiento y la competición.

4. Si el «entrenamiento infantil» se somete a control pedagógico como se ha indicado, puede aportar valiosas oportunidades de desarrollo a los niños afectados. Sin embargo, si adopta la forma de «entrenamiento para el rendimiento máximo» a cualquier precio, debe condenarse rotundamente por razones pedagógicas y médicas. Tampoco existe duda alguna de que lo que se ha expuesto aquí en relación con los niños es también aplicable, en gran parte, a los adolescentes.

5. Los niños deben participar en una amplia variedad de actividades deportivas para garantizar que encuentran los deportes que mejor se adaptan a sus necesidades, intereses, constitución y capacidad física. De esta forma suele aumentar su éxito y disfrute del deporte y reducirse el número de »abandonos’. No debe estimularse la especialización precoz.

6. Especialmente en los deportes de contacto, los participantes no deben clasificarse en razón de la edad cronológica, sino según su madurez, tamaño corporal, destreza y sexo.

7. Las reglas y duración de los partidos deben ser adecuadas para la edad de los participantes, y las sesiones de entrenamiento han de ser relativamente breves y estar bien organizadas. La sesión planificada optimiza la instrucción en cuanto a actividad y habilidad y reduce al mínimo el peligro de lesión.

8. El levantamiento de pesas y la halterofilia no deben recomendarse antes de que se alcance la edad de maduración física en el crecimiento esquelético.

9. Las carreras competitivas de gran fondo no son recomendables para los niños antes de la madurez. Bajo ninguna circunstancia los jóvenes inmaduros deben intentar correr una maratón completa.

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