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El suelo pélvico, un gran desconcocido

Publicado el 30 agosto 2019 por Instituto Médico Arriaza

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En los últimos años, se está poniendo de moda la patología del suelo pélvico, ese entramado de músculos y ligamentos que cierran el espacio que dejan los huesos de la pelvis por su cara inferior y que cumplen una misión fundamental desde que el ser humano se convirtió en bípedo.

El suelo pélvico está formado por un conjunto de ligamentos y músculos que sirven de sostén a la vejiga, al útero, a la vagina, a la uretra y a parte de las vísceras situadas en el abdomen, así como a parte del intestino grueso y el recto. Aunque no solemos pensar en ello, y como ocurre con cualquier otro grupo muscular de nuestro cuerpo, el suelo pélvico ha de estar correctamente tonificado y fortalecido para poder cumplir su misión.

Por desgracia, los problemas del suelo de la pelvis han causado múltiples sufrimientos a una enorme cantidad de mujeres después del parto, que se interpretaban como inevitables y a los que sólo se proponía una opción de reparación quirúrgica para sus manifestaciones más obvias: la incontinencia urinaria o el prolapso uterino.

Por desgracia, además de esas manifestaciones tan obvias (y a veces, vergonzantes para las mujeres que las sufren), existen múltiples dolores e incomodidades, a las que se presta menos atención y que pueden condicionar sobremanera la calidad de vida de las personas (no sólo mujeres) que las padecen.

Los problemas derivados de las alteraciones del suelo de la pelvis son mucho más frecuentes después del parto, por la distensión conjunta de la musculatura abdominal y de los músculos de la zona perineal, y hacen que muchas mujeres “se noten distintas”.

Incluso ahora, muchas de las mujeres que vemos en los talleres o que acuden a entrenar Pilates acuden por otros problemas, sobre todo de espalda, después de tirar la toalla pensando que el suelo pélvico sólo puede trabajarse cuando han aparecido problemas o incontinencia urinaria asociada a los partos o a la menopausia.

De hecho ¿quién no conoce mujeres que se han resignado a vivir con pérdidas de orina o una sexualidad problemática porque consideran que son achaques propios de la edad? Los embarazos (especialmente de bebés muy grandes), los partos, las cirugías abdominales, el sedentarismo y factores hormonales ligados al climaterio y la menopausia contribuyen a que los ligamentos y músculos del suelo pélvico vayan perdiendo tono, se distiendan y pierdan la capacidad para cumplir su misión.

Este deterioro se traduce en múltiples síntomas que van desde el prolapso hasta la incontinencia (urinaria sobre todo, pero también fecal), pasando por  problemas en las relaciones sexuales, dolores de espalda y trastornos ginecológicos varios.

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