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¿Qué es el chasquido escapular o bursitis escapulotorácico?

Publicado el 28 marzo 2022 por Daniel Arriaza

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El síndrome de chasquido escapular, también conocido como crepitación o bursitis escapulotorácica, fue descrito por primera vez en 1867 por un cirujano francés, W. Boinet. A pesar de conocerse des hace más de siglo y medio, es una entidad que con frecuencia se infravalora y se subdianostica, ya que si no hay una una lesión esquelética definible, la mayoría de las modalidades de estudio por imágenes han demostrado ser de escaso valor para objetivar esta entidad patológica y orientar el tratamiento. Por lo tanto, aunque esta entidad se puede asociar con anomalías o lesiones esqueléticas o de las partes blandas, el diagnóstico se suele establecer únicamente sobre la base de la historia clínica y el examen físico.

¿Qué es una bursitis y por qué se produce el chasquido de la escápula?

La articulación que existe entre la escápula y la pared posterior del tórax es cóncava y debe deslizarse suavemente sobre la parte convexa de la caja torácica para permitir la función correcta y el movimiento a la articulación del hombro. La articulación entre la escápula y la jaula torácica es una de las más incongruentes del cuerpo humano, y su movimiento es facilitado por capas intermedias de varios músculos y bursas. La bursa subescapular se encuentra entre el subescapular y serrato anterior.

Una bursa o bolsa sinovial es una estructura con forma de saco, recubierta de una película delgada y resbaladiza, que contiene una cantidad pequeña de líquido. La bolsa sinovial suele encontrarse entre los huesos y los tejidos blandos, dentro y alrededor de las articulaciones. Amortigua y protege los tejidos blandos, e impide que se rocen entre sí o contra un hueso al moverse. Si una bolsa sinovial se inflama y se irrita, esa afección se conoce como bursitis. Cuando el proceso se cronifica, las paredes de la bursa se engrosan y se forman adherencias entre ellas, que a su vez favorecen que aumente la cantidad de líquido que se forma con el movimiento y que este no sea tan libre como debería.

El sonido es provocado por un fenómeno de resalte brusco, provocado por la presencia de un tejido anómalo (la bursa engrosada y fibrosada) entre la pared torácica y la escápula. Si bien en la mayoría de los pacientes estos sonidos son más una curiosidad que un proceso doloroso, en algunos casos se produce dolor en relación con el chasquido.

La bursitis escapulotorácica se puede deber a una sola lesión traumática o a una serie de movimientos repetitivos de la articulación escapulotorácica. Por esta razón, es relativamente frecuente encontrarnos con pacientes que presentan ese resalte escapular en las consultas de Traumatología Deportiva, sobre todo por nadadores, lanzadfores y deportistas de raqueta, y gimnastas. La crepitación se puede deber a la forma de la escápula, que puede tener una pequeña prominencia en forma de gancho, conocida como tubérculo de Luschka, en su ángulo superomedial. Otras causas esqueléticas, menos frecuentes, son las exostosis esqueléticas y otros tumores óseos, y la mala consolidación de fracturas costales o escapulares. La bursitis escapulotorácica también puede ser secundaria a la pérdida del control dinámico del movimiento escapular. El movimiento escapular anormal puede ser causado por sobreuso muscular, desequilibrio muscular después de una lesión nerviosa o condiciones patológicas de la articulación del hombro. En esas circunstancias, el ángulo superomedial de la escápula choca con la pared torácica durante su movimiento y provoca la inflamación de la bursa que debería proteger el espacio escapulotorácico.

¿Qué notan los pacientes?

Los pacientes con síndrome de chasquido escapular refieren fundamentalmente dolor y crepitación relacionados con la actividad. Estos síntomas pueden ser de comienzo insidioso, aparecer después de un cambio del patrón de actividad o asociarse con un traumatismo. A menudo, los pacientes saben cómo reproducir el chasquido elevando y deprimiendo el hombro y, cuando lo hacen, se puede localizar la crepitación de la superficie inferior de la escápula.

¿Qué pruebas y tratamientos conservadores se pueden hacer en los pacientes que tienen un cuadro de crepitación o chasquido escapular?

Las modalidades de estudios por imágenes empleados en la evaluación del síndrome de chasquido escapular son radiografías simples, tomografía computarizada, resonancia magnética y ecografía. Con ellas se busca identificar irregularidades esqueléticas tales como osteocondromas, tubérculo de Luschka, anormalidades costales o alteraciones del ángulo superomedial o inferomedial de la escápula, así como evaluar tejido bursal ocupado por líquido, así como para distinguir bursitis escapulotorácica de elastofibroma (un tipo de tumor benigno que suele aparecer en el espacio entre la escápula y el tórax).

La mayoría de los pacientes con crepitación o bursitis escapulotorácica pueden tratarse adecuadamente sin tratamiento quirúrgico. Las opciones de tratamiento conservador son terapia física, medicación antiinflamatoria e infiltraciones –con o sin guía ecográfica- de corticoesteroides. En general, es fundamental restaurar una mecánica escapular adecuada, fundamentalmente, recuperando un patrón de movimiento y activación muscular adecuado.

¿Qué opciones hay si el tratamiento conservador fracasa?

El tratamiento quirúrgico se debe plantear únicamente en pacientes que han sido sometidos a un curso prolongado de tratamiento conservador con mejoría escasa o nula, salvo en aquellos casos en los que exista una alteración ósea que obligue a su corrección para resolver el resalte. Si bien es técnicamente exigente, la cirugía artroscópica para el síndrome de chasquido escapular ofrece varias ventajas respecto del tratamiento quirúrgico tradicional a cielo abierto. Éstas son la minimización de la disección y la preservación de las inserciones musculares, lo que elimina la necesidad de inmovilización posoperatoria y busca acortar el período de rehabilitación. Además, no se puede olvidar que la cirugía artroscópica, al ser mínimamente invasiva, proporciona un mejor resultado estético y hospitalizaciones más breves.

Para llevar a cabo el procedimiento artroscópico, el paciente se coloca en decúbito prono con el brazo en extensión y rotación interna (la que se denomina “postura de ala de pollo”) para acentuar la prominencia del borde medial de la escápula. Este procedimiento en particular debe realizarse únicamente por cirujanos con amplia experiencia en artroscopia de hombro, como los que pueden encontrarse en el Instituto Médico Arriaza, al que acuden cirujanos de toda la península Ibérica y de diferentes partes del mundo para formarse en este tipo de procedimientos quirúrgicos de alto nivel, ya que se trata de una cirugía infrecuente, no exenta de posibles complicaciones. La intervención busca resecar las prominencias o espolones del hueso y los tejidos inflamados para restaurar la movilidad sin dolor. La recuperación generalmente es rápida, y en algunos casos se completa en las primeras semanas siguientes al procedimiento.

 

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