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Qué es la pubalgia y cómo se puede tratar

Publicado el 19 junio 2020 por Instituto Médico Arriaza

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La pubalgia, pubialgia, o dolor inguinal en deportistas, es una entidad clínica que –a pesar de su frecuencia- todavía sigue siendo mal diagnosticada y tratada de manera incompleta en muchas ocasiones. De hecho, sigue habiendo muchos deportistas para los que esta lesión significa el fin de su carrera deportiva.

A lo largo de los años, ha recibido muchos nombres parecidos, en los que cada autor ha intentado expresar su manera de entenderla: desde “pubalgia del esgrimista” o “pubalgia del futbolista” (pubalgia del calciatore, decían los italianos), a “hernia del futbolista”, o “disrupción inguinal”, pasando por “osteopatía dinámica de pubis” o “síndrome de recyos-adductores”.

Cualquiera que sea la forma de denominarlo, los deportistas, sobre todo los futbolistas, lo resumen cuando preguntan ¿Doctor, tengo pubis…?

En realidad, la pubalgia es un cuadro de dolor en la zona que rodea a la sínfisis del pubis y las regiones inguinales, que puede originarse en varias estructuras diferentes.

En la última reunión de consenso médico, realizada en Doha, 24 expertos de  14 países diferentes, alcanzaron un acuerdo fundamental para poder realizar un diagnóstico más preciso y, a partir de ahí, un tratamiento más eficaz.

De manera general, podemos decir que es preciso distinguir aquellos cuadros que tienen su origen en la debilidad de la pared abdominal (de manera parecida, aunque no idéntica, a lo que sería “un principio de hernia”), de los que se originan en la lesión de la aponeurosis (una especie de fascia o tejido fibroso) que conecta las zonas de anclaje en el hueso del pubis de los músculos rectos abdominales y los adductores (sobre todo, el adductor medio), y de aquellos que se originan en la inserción de los propios adductores. Además, es fundamental analizar el estado y movilidad de las articulaciones de las caderas y las posibles alteraciones biomecánicas derivadas de ellas y de la zona lumbopélvica.

Es importante diferenciar la pubalgia deportiva, mucho más frecuente en varones, de la inestabilidad de la sínfisis del pubis que puede aparecer en las últimas fases del embarazo o incluso en los primeros meses tras el parto en mujeres.

Una vez realizado el diagnóstico clínico inicial, se pueden realizar las pruebas de imagen pertinentes: radiografías simples (hay que recordar que es la única prueba de imagen en la que podemos poner al paciente de pie, en carga), que pueden ofrecer mucha información sobre el estado de la sínfisis del pubis y las caderas, o incluso sobre disbalances y diferencias de longitud de los miembros inferiores; ecografías, extremadamente útiles para evaluar el estado de las inserciones tendinosas y de la pared abdominal y los anillos inguinales, e incluso descartar la presencia de pequeñas hernias; y estudios de resonancia magnética, que deben hacerse empleando protocolos de imagen especiales, en centros con experiencia, y con equipos de alto campo si queremos tener información realmente útil.

A partir de aquí, se puede empezar a organizar el tratamiento del paciente, que habitualmente empezará siendo conservador, y que, según cada caso, puede incluir fisioterapia, tratamientos con inyecciones locales (en ocasiones de corticoides, de plasma rico en factores de crecimiento, o incluso por medio de proloterapia), ajustes osteopáticos, ondas de choque, y ejercicios específicos de tonificación de la musculatura que gobierna la región lumbopélvica (el llamado “core”).

En cualquier caso, lo que hay que tener claro es que el reposo no es una opción: prácticamente todos los deportistas empeoran de su sintomatología al perder tono en la musculatura e intentar retomar la actividad.

Desgraciadamente, no en todos los casos logramos resolver la sintomatología con un tratamiento conservador, y en ocasiones, es necesario  recurrir a la cirugía para restaurar el equilibrio pélvico y reparar los tejidos dañados. Incluso en estos casos, la cirugía no es igual para todos los pacientes: es necesario saber si hay que reforzar la pared posterior del canal inguinal, de la zona de inserción de los rectos, relajar la inserción del ligamento inguinal, efectuar una liberación del tendón del adductor medio, llevar a cabo liberaciones de ramas nerviosas, corregir una posible hernia…

Y además, dependiendo d la patología a tratar, la cirugía puede a veces realizarse por vía endoscópica, otras veces abierta (convencional), o de mínima agresión… incluso hay técnicas que pueden realizarse con anestesia local, mientras que otras requieren anestesias regionales o incluso generales. Y en cualquier caso, tras la cirugía, el proceso de recuperación y la readaptación deportiva son fundamentales para lograr que el resultado final sea óptimo, y nuestro deportista logre volver a la práctica deportiva.

En definitiva, un trabajo realmente en equipo, en el que el lesionado es una pieza fundamental, y desde el Instituto Médico Arriaza ponemos todo lo necesario para lograr las mayores posibilidades de obtener un buen resultado en el tratamiento de esta patología tan compleja.

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